Más y mejor

Su prisión era su mente y su enemigo su corazón. Daba flores y a cambio recibía cortes. Cada nueva persona era una futura nueva herida que curar. Veía lo mejor en los demás y se olvidaba de protegerse de lo peor, y cuando lo peor se visibilizaba, tirada en el piso denuevo, recogía cada fragmento de lo que alguna vez había sido y se reconstruia a base del mismo cristal frágil, expuesta al resto otra vez. Y todo volvía a comenzar como una canción en repetición: Su corazón creía que la gente era buena y su mente imaginaba los mejores escenarios, pero todo nunca era más que una simple ficción.
Entonces el piso, otra vez, decidió rearmarse distinto. Eligió creer lo peor hasta que le demostraran lo contrario, cambiar el viejo cristal frágil por un material más fuerte, dejar de ser la misma ilusa de siempre y entender que para protegerse tenía que dejar de confiar en todos ciegamente. Cerrar las puertas de su corazón y mentalizarse diferente, dejar de mendigar amor y regalar perdones y comenzar a dar solo lo que recibía a cambio. Curar sus heridas vengandosé de sus autores.
Pero un día, decidió volver a creer. Volver a abrir la puerta, volver a pensar en que la gente era buena y en que el final no estaba determinado. Porque así son las personas que saben amar. Necesitan esa esperanza. Tienden a necesitar confiar en que algún día, en algún lugar, alguien va a ser merecedor de su amor. Porque ellos le habían sacado todo, pero su futuro seguía siendo suyo, y algún día en él iba a haber personas que sepan amar más. Y mejor.
Porque perpetuar los golpes y perder la oportunidad de seguir adelante dolía más, porque no sabía ver en todo el mundo los rostros que la habían lastimado, porque quería creer en que la gente era buena aunque eso le dejara cortes, porque los cortes le recordaban que había vivido y haber vivido le recordaba que podía e iba a sanar.
Después de todo... ¿Cuánto importarían los golpes del pasado cuando llegase quién sólo los supiera acariciar?

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