Nuestra historia
Y cuando la cabeza me da vueltas y no puedo dormir, me vuelvo a contar nuestra historia. Como un libro, desde el principio, todo otra vez. Pienso en la primera vez que te vi, en como me cautivó tu forma de reir, en lo nuevo que recién empezaba, en lo nerviosa que estaba. No tenía idea de que ibas a dolerme tanto. Pienso en lo que siguió, en empezar a conocernos, en usar tu buzo cuando hacía frío y tus camisas a la mañana siguiente, en el olor del café cuando recién me despertaba, en sentirme cuidada, en la ansiedad que me daba no saber a dónde íbamos a desembocar. Quién diría que ahora nos despertamos en camas separadas, quién diría que ahora hasta saludarnos se siente extraño. Pienso en cada conflicto, en el nudo de esta historia que se fue llenando de polvo, en mi angustia, en lo que éramos y dejamos de ser, en todo lo que ya no tenía sabor a primera vez. Me lo cuento todo una y otra vez, pero me salteó el final, porque no me gustó. Y no puedo dejar de preguntarme si alguna noche en la que la cabeza te da vueltas y no podés dormir, pensás también en mí. No puedo dejar de preguntarme de que manera contás nuestra historia, si pensás primero en las sonrisas o en el trágico final. Si me echas toda la culpa, si soy la víctima o el victimario, si soy el villano o el héroe, si crees que fuimos un cuento corto o si pensás que va a haber una secuela, si fui protagonista o sólo un personaje secundario de una historia que en mi no termina. Porque cuando te fuiste cerré el libro y finalicé una etapa, y cuando no puedo dormir y la cabeza me da vueltas, no paro de desear que ojalá me hayas sentido como un final de alguna etapa, y no como una simple página que se puede pasar sin sentir, al menos por un rato, que dejaste algo importante atrás.
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