Una vez más
El peor
esfuerzo es el que es en vano. El que no logra reconocimiento, el que no te
hace llegar a obtener la finalidad propuesta, el que solo fue dolor, y nunca
pudo llegar a ser recompensa. ¿Sentiste eso alguna vez? Que te esmeraste como
nunca antes, que pusiste todo de vos, que realmente intentaste, y que no
funcionó, que todo fue mérito sin ganancia alguna.
Y desmotiva
cómo ninguna otra cosa en el mundo, el haberte roto el alma, el haber dedicado
todo tu tiempo y tu energía, a algo que no se te dió. Todas tus ganas no
lograron que llegues a tu objetivo, y nadie puede hacerte sentir que algo va a
mejorar. Y te preguntas de que sirvió, desvivirte por lo que nunca pudiste ni
siquiera alcanzar a tocar.
Entonces
llega la frustración de quién por mucho tiempo dio todo de sí en una causa
perdida, y te culpás. Te decís a vos mismo que si tan solo fueras mejor, más
inteligente, más capaz, las cosas te saldrían. Te resignás y aceptás tu
destino, te decís que no sos suficiente, y que no vale el tiempo perdido volver
a intentar, porque nunca vas a ser lo que queres ser, nunca vas a tener lo que
tanto deseás, nunca vas a poder recibirte, aprobar ese examen, sacar el
registro, lograr verte mejor, conseguir un trabajo, o lo que sea que te hayas
propuesto. Que mejor te conformás con algo mediocre, porque ya lo entendiste
desde que te fue mal: Vos no alcanzás.
Llorá lo que
sientas necesario, hundite en la tristeza, toca fondo, y después salí. Volve a
intentar, una vez más. Estás cansado, estas triste, pero intentá de nuevo,
porque quien te dice que no es la vencida. No te sometas a un mal tiempo, ni
pienses que te determina un intento en vano. No creas que no sos capaz, porque
que algo te cueste más que al resto solo hace que una vez que lo consigas, el
merito sea exclusivamente tuyo. No te dejes ganar, porque no importa cuántas
veces pierdas, la única pérdida real es la que vos mismo provocás cuando dejas
que la frustración te determine. Vos no sos lo que no lográs, sos todo lo que
haces para llegar a donde querés estar, y tu esfuerzo solo va a ser en vano el
día en el que te resignes, porque nadie nunca consiguió nada a base de
resignación sino de persistencia. Ganale al destino por cansancio, que mereces
lo que soñás, cueste lo que (te) cueste.
Quien te dice
que justo cuando te decidís a abandonar y renunciar, no estabas a punto de
llegar. Quién te dice que no era cosa de una vez más.
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