Efecto mariposa
Ya sabés lo
que dicen. El aleteo de una mariposa en un lugar recóndito, puede cambiar el
mundo entero. Todo afecta todo. Y no dejo de pensar en quién sería yo, si
no hubieras existido en mi vida vos. ¿Alguna vez te pasó? De cambiar tanto, de
sentirte un extraño en tu propia piel.
Me dijiste
que te ibas con la misma simplicidad con la que se dicen las cosas que no se
piensan demasiado. Para vos irte es fácil, sos de esas personas que siempre se
van. Que nunca permanecen mucho tiempo en ningún lado. Para mi, para las
personas como yo, no todo es tan simple. Hay gente que simplemente se aferra
más fuerte. Nunca aprendí a hacer de mi corazón un nómade, que va de lugar en
lugar, y no se tarda mucho en ninguna parte. A las personas como yo, las cosas
le afectan más. A las personas como vos, nada las toca jamás.
Te abrí la
puerta para que te vayas con la misma simplicidad con la que se tolera un
"no te quiero más". No lo entendés, los sentimientos no se entienden,
pero lo aceptás. Que más vas a hacer ahí donde ya no te esperan con una
sonrisa, donde ya no te reciben como quién atiende un llamado que esperaba ansioso.
Esa misma noche, antes de que te vayas, te había dejado besarme los miedos. Mis
complejos, las partes que menos me gustaban de mí. Vos siempre me decías que te
volvía loco. Yo, creía que me mirabas cual si fuera arte. Como algo eternamente
digno de admirar. Vos, en realidad, me mirabas como se mira un paisaje. Te
encanta, hasta que te vas.
Me senté en
el suelo apenas cerré la puerta, y de mis ojos no salía ni una lagrima. La
tristeza se había quedado atragantada en mi garganta, y me dolía. Me dolía hablar,
moverme, vivir. La vida me estaba doliendo, y yo no podía reaccionar. No podía
sentir el dolor, solo miraba un punto fijo, intentando descubrir que aleteo, o
que mariposa, fue la que determinó que yo terminara en el suelo intentando
llorar, presa de vos, y vos yéndote a buscar algún otro paisaje, libre de mí,
como si nada nunca hubiese importado. ¿Alguna vez te pasó? No sentir nada.
No poder ni siquiera sentir el dolor.
Ese día
cambié, y no hablo de haberme cortado el pelo, de haber cambiado de estilo, de
haber cambiado de trabajo. Ese día cambié, como cambia la gente que se ve
forzada a vivir de repente, sin una parte de sí. ¿Alguna vez te pasó? Sentir
que te faltaba un complemento. Odiarte a vos mismo por haber hecho de alguien
más, una parte tuya. Con el tiempo logré alcanzarme. Me di cuenta que
podía seguir siendo hermosa incluso aunque vos no lo reconocieras ni te
quedaras a elogiarlo. Pero el amargor de esa vieja nostalgia se perpetuó en mi
corazón. La nostalgia de quién es dejado y cambiado de un día al otro cual si
jamás hubiera significado nada.
Dicen que
todo afecta todo, y hay roturas que no se cosen. Yo, estoy un poco rota.
Después de una despedida una parte de vos cambia para siempre, aunque ya no te
duela. Nadie es el mismo después del dolor. Quizás todos estamos un poco rotos,
quizás todos nos sentimos abandonados alguna que otra vez, quizás todos fuimos
quien abandonó alguna que otra vez, quizás todos fuimos quién provoco una
rotura de esas que no se cosen alguna que otra vez.
Estoy un poco
rota, como todos los que algún día, vivimos. Porque vivir es pérdidas y
ganancias. Pero hoy en día admiro mis heridas, y no me arrepiento de que estén
en mi piel. Veo en ellas el arte que creía que vos veías en mí. Veo en mi misma
la belleza que sentía que tenerte en mi vida me brindaba.
Ya no soy la
misma que era antes del aleteo, de la despedida, y de la tristeza sin lágrimas
que nunca se disipó de mi garganta del todo. A veces me acuerdo de vos, y de
mí. De quién era antes tuyo, de quién era con vos, y de quién soy después tuyo.
¿Alguna vez te pasó? Sentir que sos un antes y un después de una historia que
por poco te mata. Lo importante es saberse humano, y entender que todas
esas historias que casi nos matan, tienen en común el hecho de que nos dejaron
vivos. Seguramente alguna vez te pasó... Creer que el mundo se detenía,
mientras seguía girando. Hoy miro hacia atrás y me parece absurdo que me
hayas dolido tanto, porque no soy quién fui cuando te abrí la puerta, y quizás
para eso tuve que abrirla. Para aprender que la vida te cambia, y que un día
miras hacia atrás, y ya no te reconocés. Y el dolor que un día te pareció
inmenso te parece chiquito, porque el dolor sigue siendo igual, pero vos te
hiciste más fuerte, mas grande, mas capaz. Y entendés que no te duele tanto
perder a una persona, sino sentir que te perdiste a vos mismo, hasta que te
reencontras, y en ese proceso conoces a otras personas que te dan lo que en ese
momento de la vida necesitás, y la vida vuelve a ser buena. Siempre vuelve a
ser buena.
Ya sabes lo
que dicen sobre el aleteo de las mariposas: Puede cambiar al mundo entero. Lo
importante es saber desprenderse de todo eso que queda atrás, incluso si lo que
dejamos ahí es una versión antigua de uno mismo, que por algo ya no existe, y
que por algo tuvo que cambiar. Lo importante es permitirse cambiar todas las
veces que haga falta, y no aferrarse a ningún recuerdo que ya no existe, y no
creer que nadie es imprescindible. Salvo uno mismo, como sea que la vida nos
hizo ser.
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