Calladita te ves más bonita

En la generación de espejos coloridos, la oferta y la demanda hablan por sí solas. Lo que se consume es lo que se ve, la belleza es la raíz del éxito y la fama, tener algo para aportar se relaciona a un envase que venda, y lo más admirable en una persona es el producto, el físico en el que se presenta. Yo no quiero ser parte de esta generación, yo no quiero consumir ni comprar espejos coloridos que en el fondo no dicen nada, y tampoco quiero venderlos: Principalmente no quiero venderlos. Y es difícil mantenerse coherente en un mundo que te dice a los gritos que si no encajás en el estereotipo no tenés nada más que ofrecer, y lo observo en todas partes: Sobresalir es decorar la superficie, aunque por dentro no haya nada, ''calladita te ves más bonita'', ¿Que pasa si tengo mucho para decir? ¿Alguien lee o todos miran? ¿Podrían ser mis palabras, en esta generación en la que vivimos, lo que más se destaque de mi? ¿Podría llegar a lo masivo si lo que hay dentro es lo que quiero que logre sobresalir? No quiero ser gente molde: Gente que se utiliza como medio para hacer de la belleza un valor en sí misma, para que los demás aspiren a ser ''así'' por creer que la felicidad está ahí. No quiero ser gente molde: Gente que se utiliza como medio para seguir reproduciendo un mensaje cuyo único fin es perpetuar estereotipos de imagen, vacíos, sin contenido, que sólo son fotografías que no envejecen, no se arrugan, no tienen movimiento, ni se condicen con la realidad. Fotos que no sufren, fotos que no dicen, fotos que no se relajan, no respiran, y que siempre van a posar. No quiero ser gente molde, pero la gente molde se consume, la gente molde vende, y hasta nos hicieron creer, que a la gente molde la hay que admirar. Y yo no siento que admiro a nadie molde, y yo quiero que me admiren por lo que pienso, que me elogien los sentimientos, yo quiero que mi fuerza sea un valor en sí misma, y que mi forma de escribir no se arrugue ni envejezca. En la generación de espejos coloridos, la oferta nos ofrece espejos que se rompen rápido, con el simple e infrenable paso del tiempo, y luchamos contra un reloj que agota nuestra belleza, y tenemos miedo porque nos enseñaron que ahí radica el éxito, la fama, y también la felicidad. Y la demanda es altísima, y algunos días yo lo demando también. Algunos días siento que si no soy como la gente molde, no soy, y que si no tengo una imagen que ofrecer, perdí.
Pero ¿Qué pasa si tengo mucho para decir? Mi inteligencia crece sin envejecer jamás, y las palabras más lindas que escribí no llevaron ni necesitaron ningún filtro, ¿Alguien lee o todos miran? Ojalá alguien lea. Ojalá yo pueda verme más bonita, cuando no me callo nada.

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