Estabilidad

Y cuando pienso en mi estabilidad, en la pieza del dominó que mantiene al juego firme, en lo fácil que se derrumba, se cae una, y otra, y otra, y de pronto ya nada está sujeto más que a la inseguridad, y ya no sé bien si estoy conforme con algo, y las cosas empiezan a estar mal todas juntas, y casi de repente ya no sé quién soy, cómo estoy, o dónde quiero estar. ¿Por dónde empiezo a mejorar? Que frágil que es la felicidad, que difícil saber que absolutamente todo pende de un hilo y que el hilo que lo mantiene en pie sos vos. Que complicado es aceptar que si te perdés a vos mismo, si te desconocés en tus acciones, si no estás conforme con lo que sos, si no sabés lo que querés, todo el resto se vuelve el enemigo del que hay que protegerse, todo lo que estaba construído parece caerse. Que jodido aceptar que ese enemigo sos vos. Y ya no hay lugar que te conforme, no hay personas que te comprendan, no hay situaciones que te llenen, cuando el enemigo sos vos. Y no hay peor momento que el que tenés que pasar cuando te toca mirar para dentro, dejar de mentirte, de fingir felicidad. Ves todo lo que hay que arreglar y decís ¿Por dónde empiezo? Y te das cuenta que sonreías sin sonreír, estabas sin estar, que tu cabeza vivía creándose problemas, ofendiendose con el mundo, protegiéndose sin ataque. Tu mundo se dió vueltas en un segundo, ya no estás seguro de si vas, si venís, o si fuiste, si querés estar acá o allá, si el resto era el problema, si todo eso que presumías tener existe, si estás bien, si estuviste estable alguna vez. Te das cuenta que tuviste por mucho tiempo las prioridades desacomodadas, que te preocupaste de más por muchas cosas sin sentido, que sembraste rencores, que no disfrutaste de nada teniéndolo todo. Es que no hay nada peor que tener que mirar para adentro y juzgar lo que vemos, ser sinceros con nosotros mismos y pensar en lo que sentimos. Es que una vez que te aceptás una verdad de esas que no querías, no podés parar, y te das cuenta que no sos tan feliz como pensabas, que no tenés todo tan claro como creías, que todo está en el suelo y vos también, y que ahora toca levantarlo, o levantarte, y tal vez levantarte sea lo único necesario para que todo el resto siga el mismo destino. Somos esa pieza que tiene que estar de pie, firme, segura, y entonces ya no nos va a ser difícil saber dónde, cuándo, y quién, y entonces los enemigos se van a disipar, los enojos sin sentido van a desaparecer, y el mundo entero va a estar a nuestro favor y no en nuestra contra. Porque las cosas son como las vemos, como las experimentamos y sentimos. Porque si estás bien con vos, se te despejan todos los caminos.
¿Por dónde empiezo? Por mí. Por creer más en mí.
¿Cuánto va a tardar? Un segundo o un año, el tiempo que necesite para conocerme otra vez, para gustarme de nuevo, para volverme a apostar. Lo que está en juego es mi estabilidad.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero