Trenes, personas, mundos
Sentada en el tren, como espectadora de la vida de los demás pasajeros, comencé a preguntarme cómo sería la de la mujer sentada frente mío. Tendría unos 55 años, su mano sin alianza me indicaban que estaba soltera, o quizás ya no la usaba, quizás la había dejado de utilizar cuando su matrimonio había envejecido junto con ella y su marido. Tal vez era viuda, tal vez estaba de novia, tal vez tenía 3 hijos, quizás no tenía ninguno. Tal vez estaba angustiada, tal vez estaba sufriendo un dolor muy grande sin que nadie de los que estábamos en ese transporte lo sepamos. Tan cerca y tan lejos estamos de los demás... Tal vez estaba contenta, tal vez era ama de casa, tal vez estaba volviendo de su trabajo, tal vez era su cumpleaños. Las posibilidades seguían apareciendo. De repente me intrigo el hombre que tenía parado a mi izquierda, y volví otra vez a imaginarme mil historias diferentes. ¿Será quien quería ser cuando era más joven? ¿Será feliz? ¿Tendrá quién le quite los miedos? ¿Necesitará