AMOR

Cuando era chico, muy chico, escuché que mi papá le decía a mi mamá, en medio de gritos, que todo lo que hacía era por amor, que la quería, que nos quería, que las peleas tan fuertes, las noches tan frías, los moretones en mis brazos, el ambiente tan tenso, que todo eso era una demostración. Le creí, como hacemos todos cuando somos sólo niños. Definís una palabra por lo que te dijeron, por lo que te demostraron que significaba. Desde esa noche entendí lo que era el amor. El amor era gritos, el amor era guerra, el amor era golpes, el amor justificaba los medios.
Crecí en el medio de esa mentira, mientras tantas otras iban desapareciendo. Ya no creía en el ratón perez ni en los reyes magos, y el día en que mi papá nos abandonó, el día en que vi a mi mama destrozada, llorando, ese día no hubo navidad, ese día también dejé de creer en papá Noel. Y en mi papá.
Me quisieron acariciar, me quisieron abrazar, me quisieron besar los miedos, pero no reconocí al amor en la calma. Porque me lo habían enseñado de chico, el amor era guerra, el amor era dolor, y todo lo que era sano me generaba miedo, desconfianza, eso no era el amor, ya lo había dicho mi papá un poco antes de abandonarnos: Amar era aguantar el maltrato.

Ojalá algún día pueda reconstruirme, ojalá pueda re significar esa palabra, y todo lo que ella conlleva. Ojalá no lastime más a otros porque estoy profundamente lastimado, porque me mintieron, porque me dijeron que el amor estaba donde no está y hoy consciente del engaño, no puedo modificar mi forma de pensar. Ojalá pueda cambiar, porque sé bien que ya no puedo volver al pasado y decirle a ese niño que él amor hace bien, y que todo el resto es otra cosa que no merece ser definida, vivida ni soportada, pero puedo volver a empezar.

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