Café

Dame un café con 2 de azúcar. No una lágrima, no más lágrimas por hoy. Dame un café que me despierte de esta pesadilla, que me sacuda por dentro, que me diga que la noche ya terminó.
Ayer no pude dormir otra vez, dicen que la madrugada es para los que están felices, o los que no pueden dejar de pensar. Y sé en que grupo me encuentro, y ojalá pudiera algún día verme en la vereda de enfrente, ahí donde están quienes no quieren dormir porque la realidad supera sus sueños. Pero yo simplemente no puedo, porque son las 2AM y la cabeza me hace más ruido que el que se escucha en la triste y vacía ciudad.
Y la gente estará tranquila, sin fantasmas en su casa ni en su mente, pero yo necesito salvarme, porque hoy no tengo otro objetivo más que ese. Así que abro una botella y el amargo sabor del vodka me despeja la mente, y a la mañana el café sin cortar me va a hacer olvidar que más adelante me espera otra madrugada a solas, yo y mi cabeza, yo y mi enemiga, yo.
Dame un café que me saque la resaca, que me vuelva otra vez fuerte, que me libre de este infierno. Pero no lágrima, por favor, esas ya las lloré anoche, sola en mi soledad, sola frente al espejo, enfrentándome a mí misma, cansada de salvar al resto. No quiero sentirme usada, así que me meto en la bañera y me quedo dormida. El alcohol en mis venas me hizo olvidar, que después de todo tengo que dejar de odiarme, que tengo que alejarme de todo y de todos, y me tengo que salvar.

Dame un café fuerte, que hoy a la noche me toca de nuevo, enfrentarme mientras todos duermen, a mi enemigo. Ese que me devuelve la mirada en el reflejo, ese que siempre estuvo dentro mío, mientras intentaba salvar a los demás. Esta noche me tengo que salvar. Todas las noches sé que no voy a aguantar una noche más.

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