Un par de ojos

Un par de ojos te puede arrastrar para siempre a una inmensa soledad, porque después de experimentar la calidez de su mirada y la dulzura con la que se posaba en mi, me siento sola, y lo que me sobra es gente, ¿Entonces qué me está faltando? 

Escribí un borrador el otro día en mi celular, mientras sobrevivía a la rutina, mientras me sujetaba del pasamano del colectivo deseando llegar a mi casa, mientras intentaba que no me lastime la frialdad de todos los rostros que te observan como si no estuvieras, pero no te miran. El borrador decía ''Rodeada de ojos con los que no puedo empatizar''. Me acuerdo que estaba en la línea 93, o en mi mundo, -siempre estoy en mi mundo-, porque desde vos no puedo sentir que realmente estoy donde está mi cuerpo: Yo estoy ahí, si, pero no estoy. Me muevo por inercia, y hago las cosas que se tienen que hacer, y digo las cosas que se tienen que decir, y sonrío para que nadie me pregunte que me está pasando, pero ahí no estoy, hace mucho que no me encuentro, hace mucho que percibo esto que me sucede de no estar en ningún lado ni cerca de nadie. Y entonces me desconozco, me siento una intrusa en mi propia piel, y no sé dónde está la que fui, debo tenerla presa, debe ser rehén de este ser apático que se apoderó de mí. Y la gente me da lo mismo, porque lo prefiero así, porque no quiero enfrentarme a sus miradas vacías, y congelarme más y más por dentro. 

A veces siento que necesito urgentemente a alguien, a alguien que me mire con calidez otra vez, que me despierte algún sentimiento que no sea invierno, que me sacuda y me haga dar cuenta que sigo viva. Pero esa es ella, es la que fui, es la que sigue existiendo en algún lugar. Y ella, presa de mi, rehén de la que soy, solo quiere sentirse comprendida. Pero yo la convenzo de que no le conviene salir, o me hago fuerte y salgo, para demostrarle de lo que la protejo. Y cuando me enfrento a alguna de esas miradas congeladas, ella solita me pide volver a casa, donde se siente protegida.

Ella existe, sobrevive como puede a la versión de mi que generó este mundo. Y yo, a veces, le doy la razón: Necesito a alguien que me despierte, que me sacuda, necesito recordar que puedo sentir. A veces salgo e intento, observo a todos los ojos que me cruzo en el camino y busco lograr una conexión, pero te lo juro, me siento tan indefensa ante miradas tan indiferentes, que ella me pide que volvamos y yo le hago caso, y cuando estamos solas de nuevo lo recuerdo, y me alegro de que sus ojos me hayan arrastrado a esta inmensa soledad.

Porque desde acá se ve tan claro: La gente abunda, pero a las personas hay que buscarlas, y la humanidad del otro se descubre en su mirada.


Algún día por acá va a dejar de ser invierno, y alguien me va a recordar que mi corazón puede sentir. Algún día todo este frío que me congela va a cesar, y yo voy a decirle a ella, a la que se esconde dentro mío, que ya es seguro. Que ya puede salir.

Sol iannaci 

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