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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Espejismo

Y entre guerras y conflictos Desilusión y tristeza Mis lágrimas tienen gusto a decepción El peor final para esta historia Oscuridad y traición Las mentiras se descubren Caída libre al precipicio Te sujeto fuerte ¿Dónde terminaremos? Pero los colores no son nítidos Algo me suena a ficción ¿Puede tanto sufrimiento ser un espejismo? ¿Puedo ser yo contra mí, esta vez, de nuevo? Por favor, hablame, decime que nos pasó Y justo cuando estamos a punto de tocar fondo Abro los ojos y me estás mirando El resto, mi imaginación... Se siente tan real todo lo que tiene lugar en mi cabeza Huyamos juntos Escapemos de mi enemigo Quiero ver sólo sol donde sólo hay sol Quiero dejar de nublar mi mundo  Quiero escapar de mi, con vos

Un té

Te vi después de tantos meses, otra vez. Para mi sorpresa estaba todo intacto. Cual si el tiempo no hubiera pasado, cual si las lágrimas de septiembre no hubieran existido, cuál si el frío que sentí en pleno enero, por tu ausencia, ya pareciera como de otra vida. Mi amor estaba intacto. E hiciste todas esas cosas que siempre me encantaron de vos. Y te reíste con esa risa y esa sonrisa que moría por hacerte brillar. Y movías las manos al hablar igual que recordaba que hacías, y el tono de tu voz era el mismo que todavía tenía presente en mis recuerdos. Y me mirabas de la misma forma, y el color de tus ojos estaba más claro, como te pasaba algunos días, según el tiempo. Y tenías el anillo que nunca te sacás, y seguías sosteniendo el té con la misma mano. Y tus ojos se achicaban de igual forma cuando sonreías, y seguías levantando una ceja cuando algo te sorprendía. Todo estaba igual a antes de tu partida, a antes de que desordenaras mi vida, y mi amor también. Pero todo era distinto.

Distintos

"Somos distintos". Me lo repito a mi misma cada vez que limpio el corte que me provocaste, que vuelvo atrás y pienso en las promesas que incumpliste, las risas que me dedicaste cuando sangraste por la herida y te burlaste de mí. Somos distintos. Lo pienso cuando me acuerdo de como desdijiste el amor y respeto que decías tenerme, como te alejaste de la persona que alardeabas ser. Somos distintos. Me intento convencer a mi misma cada vez que me vuelve a doler tu traición, que vuelvo a recordar lo que disfrutaste del espectáculo que montaste alrededor mío, de la gente que usaste para humillarme. Somos distintos. Y en algún momento, creí que nos parecíamos. Y en ese entonces, pensé que teníamos la misma clase de corazón. Pero solo me queda entender que conocés a las personas por lo que deciden hacer cuando tienen el arma cargada que te puede destruir en la mano. La usaste, pero somos distintos. Yo tiré la que tenía y me fui dolorida. Herir no me calma ninguna herida.

Con más amor

Ya sabés que siempre digo que absolutamente todo, hasta el más pequeño detalle, pasa como tiene que pasar, y sé, que por dentro, te preguntarás si era necesario. Si las cosas tenían que salir mal para encaminarlas, si teníamos que sufrir y sentirnos perdidos para volver a encontrarnos, o si no podíamos disfrutar la calma desde el primer momento, sin jugar a poner nuestra estabilidad en una cuerda floja para volvernos a saber pisando suelo firme. Ya sabés que siempre digo que somos más fuertes en los lugares en los que fuimos rotos, y sé que te preguntarás si era necesaria la caída. Si no podíamos cuidarnos desde el primer momento, si era necesario jugar a lastimarnos para entender que estábamos bien sanos. Sé que había formas de llegar más fácil, sé que no está bien poner la felicidad cerca del fuego para entender que no querés quemarla. Y también sé que a veces, los vínculos no son tan simples. Sé que a veces, en la vida real, la adrenalina de tener lejos te hace valorar más el

Café

La volvió a ver, después de 7 meses. Ahora estaba más rubia, pero su manía de jugar con su pelo mientras hablaba seguía siendo igual. Su sonrisa se había perfeccionado, pero su forma de reírse era la misma de siempre, esa que el moría por hacer brillar, y le seguían causando gracia los mismos chistes, esos que él le había aprendido a contar. Su mirada ahora era más madura, como la de quién estuvo y volvió de un infierno, y él se preguntó para sí si se había debido a su ausencia. O quizás ahora estaba más distante. Quizás antes lo miraba con amor, y ahora con dolor. Su forma de vestirse había cambiado, ahora era más oscura, formal. Tal vez se debía al nuevo trabajo. Tomaba el café sólo, igual que antes, cuando era suya, pero había abandonado el azúcar. Todo estaba intacto y todo había cambiado a la vez, menos lo que sentía por esa mujer que hoy volvía a tener enfrente. Y de pronto se reprochó no haberse quedado cuando el café le gustaba con azúcar, cuando se vestía de colores pastel,