Respirar

Nunca pude llevar mucho tiempo algo en el cuello, no soporto los collares, siento que me aprisionan las bufandas, y una vez que me lo saco, me siento bien otra vez, como si dejara de acorralarme con algo ajeno a mí que me impedía respirar.
Parecido me pasa con las palabras que no digo, con los "sí" o los "no" que no me atrevo a dar, las preguntas que no me atrevo a formular, con los enojos que no manifiesto, con las tristezas y preocupaciones que no me atrevo a expresar, con los sentimientos y los te extraño que no me arriesgo a soltar, pero me duelen en la garganta, por dentro. Lo siento como una energía pesada, propia pero ajena a mí, que necesito sacar para poder volver a estar tranquila. Lo mismo me pasa con las inseguridades que no me dejan ir a donde quiero ir y hacer lo que quiero hacer, lo siento como un nudo en mi pecho porque no estoy siendo yo cuando me someto a mi timidez o mis miedos, y necesito jugármela por lo que quiero para volver a vivir con calma. Lo mismo me pasa con las injusticias, con las cosas que me provocan daño y me generan tanta indignación que necesito gritarlas para estar otra vez en paz.
Cuanto que me aleja del bienestar, impidiéndome vivir en armonía. Cuanto que se aloja en mi garganta y me dificulta el seguir adelante sin hacerme cargo antes de terminar con el problema. Cuanto que me grita que recupere mi equilibrio liberándome de todo lo que no tengo por qué guardarme. 

Me pasa con las bufandas, y también con las palabras, y con los miedos, y con todo eso que me pesa llevar encima mientras intento caminar liviana. Los collares son fáciles de sacar, pero lo demás no tanto. Y hay cosas que mejor mostrar con valentía antes que se oxiden dentro de uno y lo obliguen a vivir sin poder respirar tranquilo, cargado de frustraciones que no exteriorizó a tiempo, y que ya se volvieron difíciles de eliminar, porque a veces "después" es simplemente tarde.

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