Hola 2023

Hola, futura yo. Hoy es seis de enero del 2023. Estoy segura de que en diciembre vas a volver a este escrito, cuando hagas el balance del año que para mí recién comienza. Ya sabés que adoro año nuevo y la idea de que es posible empezar otra vez. Sé que, en teoría, cualquier día podemos despertarnos y decidir empezar otra vez, pero yo encuentro la motivación perfecta en esta fecha del calendario. Algunos la encontrarán en otra parte. Lo importante es que todos la encontremos en algún lado.
Así que acá estamos, pero si me permitís, antes de hablarte a vos le quiero hablar a ella: A la Sol que escribió el texto que se llamaba “Hola 2022”.
Entonces hola, Sol del pasado. Hace meses vengo cargando con una culpa a cuestas que me absorbe, que hace que sea difícil respirar cuando sé que tengo que convivir con vos en un mismo cuerpo. En el 2022 fui testigo de cómo te apagaste por completo para ser la luz y la sombra de alguien que hizo uso y abuso de tus virtudes, de tu calidez, de tu empatía, de tu paciencia e ingenuidad. Fui testigo de cuánto te desviviste por alguien más. Me cuesta poner en palabras el lado que ví de mí misma el año pasado. Bastaría con decir que sin lugar a dudas fue el peor, el más sombrío. El que menos tiene que ver con mi nombre. Pero ya estoy cansada de recriminarte. Prefiero creer que hubo algo que aprender entre tantos días de ojos vidriosos y párpados cansados. Sé que quisiste ser amada a toda costa. Y sé que el costo fue permitir que no te amen o que te amen de modo nocivo y egoísta. También sé ahora que ese costo es demasiado alto y que no puedo volver a pagarlo. Sé, además, que para que yo exista vos tuviste que existir. 
Sé que siempre supiste que esto sucedería. Tu corazón y tu intuición te lo gritaban en latidos que se volvían frenéticos y acelerados cuando él estaba cerca y que te causaban insomnio y ansiedad, pero no quisiste escucharte, y eso me da esperanza, porque solo basta con empezar a hacerlo. Uno siempre sabe qué espacios habitar y cuándo irse. Sé, por sobre todas las cosas, que hay un destino escondido en mi nombre. Un destino luminoso escrito desde que nací, marcado en las tres letras a las que respondo, y del que no puedo escapar, por más de que a veces me pierda.
Entonces gracias, porque en el medio de una relación de la cual creíste no poder escapar tomaste una decisión más que valiente, una que habla de tu fuerza: la de sacar un pasaje que esperó toda la vida que te animes a intentar reescribir tu historia y declararte protagonista. Y hay algo que decir en haber sacado el pasaje primero y haber terminado la relación después. Antes de irte tenías que comprobar que no solamente podías sin él: también podías sin dolor. Iba a decir sola, pero sola no se puede y sola nunca estoy. Ya va a aparecer gente en el nuevo camino que sea para mí: voy a reconocerla de inmediato. Porque ahora mi brújula es mi energía. Porque ahora mi mapa es mi intuición. Y porque aquellos a quienes realmente amamos nunca quedan detrás: siempre están dentro nuestro. Siempre están cerca. Siempre saben a un hogar al que se puede volver y del que nunca nos vamos.
Ahora sí, hola futura yo. Si todo sale bien estás leyendo este escrito desde España. Quiero confesarte que este es el tercer año consecutivo que hago este texto, y que jamás me costó tanto como ahora. Creo saber por qué. Si bien es cierto que nunca se sabe lo que puede pasar, este año barajé de nuevo y mi vida va a cambiar de modo drástico y por completo. No sé dónde voy a vivir. No sé de qué voy a trabajar. No sé a qué personas voy a conocer. No sé qué comidas voy a probar. No sé qué versión mía voy a descubrir. Y eso me genera miedo, pero también placer. Porque una hoja en blanco te da el éxtasis que la vida necesita. Y porque salirse de las estructuras da terror, y Dios sabe que no hay persona más temerosa que yo, pero también Dios sabe que, como escribió Pizarnik, yo hice cosas que otros no harían por miedo. Esta es una. ¡Estoy aterrorizada! ¿Se puede ser valiente si lo que vas a hacer no te hace temblar de miedo? Yo creo que no. Entonces, soy más valiente que nunca. Valiente como para dejar atrás todas las estructuras y comodidades que me refugian y tratar de conocer un mundo de modo liviano; sin nada, excepto una valija. Sin pertenencias. Sin seguridades. Solo conmigo. 
Existe algo cierto de todas las personas que vivimos siempre en la misma ciudad, y es que forjamos una versión nuestra ante los ojos de los demás que funciona a modo de espejo. Así nos ven y, por ende, así nos vemos. Por ejemplo, es posible que mis amigas de toda la vida me vean como una persona tímida. Así me conocen, así me presenté y así funciono en el grupo en el que estoy inmersa desde chica, en la sociedad que me acoge. Ese es mi rol y es muy difícil, sino casi imposible, escapar de los roles que nos tocan en vínculos que así funcionan. Es complejo, sino casi inviable, llegar un día a una cena y decir ‘‘de ahora en más soy de este modo completamente desconocido para todos los que me aman’’. Entonces nos abrazamos a nuestro papel y no nos despegamos de él por temor a lo que puede suceder si lo hacemos. Todo eso se corrompe al viajar. Te deseo, entonces, que descubras una nueva versión tuya que te haga mayor justicia. Nuevos talentos, nuevos placeres, nuevos modos de reaccionar. Deseo que encuentres en vos virtudes hasta ahora desconocidas, que siempre estuvieron latentes, que siempre quisieron hacerse notar y entonces te daban esa sensación de vacío que conozco tan bien: esa sensación de que siempre faltaba animarse a más. Lo que sea que falta, espero que lo hayas descubierto. Estaba en vos, esperando el momento perfecto para brotar a la superficie.
Te deseo que encuentres lo que estás buscando. Que este viaje sea una experiencia de vida de esas que cuando tu rostro se llene de grietas y tu cuerpo de marcas y arrugas, te dejen con la sensación de que no te privaste de intentar nada jamás. Es cliché decirlo, pero es siempre mejor probar que quedarse con la duda. Porque la duda carcome. La duda desgasta. La duda es una posible vida que se desintegra porque no tratamos de vivirla. Y yo soy escritora. ¿Cómo privarme entonces de borrar y reescribir?
Te deseo que te quieras, que te quieras mucho más de lo mucho que alguna vez te quisieron. Convivo con todas mis inseguridades y hasta les hice un sitio para que apoyen sus cosas. Soy mi mayor enemigo y nadie se sabotea tanto como yo. Ojalá leer estas palabras te resulte, por fin, ajeno. Porque este enero descubrí que la incomodidad en la que estoy cómoda no tiene por qué ser mi hogar. Ahora voy en busca de otro nuevo absolutamente sola y eso ya me hace sentir diferente, como si en el fondo supiese que puedo y que siempre pude. Pero hice eco de las voces que alguna vez me dijeron que no podía. Que las interioricé.
Espero que te rías, que te rías porque pudiste. Conseguir el trabajo, conseguir el hogar, conseguir la compañía, conseguir el sitio cerca de la playa, conseguir la paz con nuestro cuerpo que siempre anhelé sentir, conseguir la nueva novela que tanto te está costando crear, y conseguir nuevos lectores y varias bitácoras, conseguir vivir todavía más cerca de tu pasión por contar historias entre frases y párrafos. Conseguir entenderte como algo entero que no necesita que lo completen y que puede empezar de nuevo una y mil veces mientras se tenga. Conseguir vivir de acuerdo a la premisa “todo en el mundo comenzó con un sí”. Conseguir entender qué es eso que acá siempre sentí que faltaba.
Ojalá que la vida allá esté llena de aventuras de esas que te hacen refregarte los ojos para comprender que no estás soñando, y que ese vacío que habita en mí se llene de plantas, de flores, de vida. De una vida a cuatro o cinco horas de diferencia de la Sol que escribe este texto con esperanza y lágrimas en los ojos, de una vida en otro continente, de una vida que haga que tenga sentido lo mucho que me costó redactar este texto. Porque lo confieso, no tengo idea de qué va a suceder en el 2023 y es el primer año que no empiezo con la presión de una larga lista de metas específicas y detalladas…
Pero sé que va a ser magnífico. 
Lo sé porque lo siento en un corazón que siempre intuyó sabiamente y al que ahora por fin escucho para guiarme por sus latidos. 
Ojalá que la versión nuestra que va a desarmarse en lágrimas al abrazar a todos aquellos que amamos en el aeropuerto plante semillas en todas mis grietas, para ya no amar nunca más desde mis roturas.
Para amar a los que me aman y amarme a mí misma mejor: porque todos amamos, ¡pero es un arte el saber cómo amar!
Deseo que sigas allá, a cuatro o cinco horas de distancia. Y que lo que ahora se siente inmenso e inabarcable, ahora sea tu nuevo hogar. Decorado a tu medida. Con plantas, libros y mucho rosa. Porque vos sos tu hogar. Y te podés llevar a donde sea que vayas sin ni siquiera ocupar espacio en la valija. Porque me pasé la vida intentando encontrarle una significación a la palabra hogar que ahora noto que es simple: hogar tiene un sinónimo, que es adentro. Y nadie nos puede jamás alejar de él.
Algunas personas me dijeron que triunfaría como abogada. Otras me auguraron un gran futuro como escritora. Yo creo, ahora, si mi opinión tiene peso e importa, que voy a triunfar cuando me vea y me reconozca como valiosa, sea lo que sea que esté haciendo y esté donde esté.

Deseo que seas, sencillamente, feliz. 

Con cariño, Sol.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero