Ser o estar.

Llega ese momento en el que una persona logra conocer absolutamente cada detalle de vos.
Tus miedos, tus sueños, tus anhelos, tus fobias, el sonido de tu risa cuando reventás de felicidad, y el sonido de tu voz cuando estás nervioso. La forma en la que te brilla la mirada cuando amás, tu forma de caminar, tus odios, tus gustos, tu historia, todo lo que no podés soportar, todo lo que te hace feliz, la forma en la que el flequillo te cae en la cara, y el olor exacto de tu perfume. Hablo de una persona que conoce tus anécdotas de cuando eras chico, y todos los lunares que hay en tu cara. Sabe como posas para las fotos, cuando tardas en bañarte, que te gusta desayunar, y cuánta azúcar le ponés al café. Esa persona que entiende perfectamente cuando te sentís incómodo, y se da cuenta cuando algo que alguien dice te duele. Esa persona que te vio fallar, y te vio llorar. Que sabe tu color preferido, y que te gusta ver las mismas películas más de una vez. Esa persona que entiende tus miradas, y que pasó tanto tiempo al lado tuyo como para poder descifrar cada mínimo cambio en tus actitudes. A quién le mostraste tus mayores secretos, y tus puntos débiles. Ahí donde te podían lastimar.
Hablo de la persona a la que le mostraste cada defecto, cada cicatriz, cada lugar de tu piel que no te gusta, que te acompleja, tu marca de nacimiento, y tu lado más sensible. Que sabe a qué personas amás, que conoce la historia detrás de cada razgo de tu personalidad. Esa persona que se ganó tu confianza, para que le cuentes donde duele, y que sabía bien lo que podía hacer para que deje de doler.
Esa persona que un día ya no está.
Se fue con tu historia. Se fue con cada pedazo de vos. Se lo lleva, lo guarda en una caja en su memoria, y te despide con un adiós distante.
Esa persona, la misma persona sobre la que vos también sabés todo. Esa persona que pareció cambiar de opinión. Esa persona que sigue siendo la misma que fue cuando te confió sus tristezas y alegrías. Sigue existiendo en alguna parte, sigue teniendo la misma sonrisa, sigue sintiendo indignación por las mismas cosas, y sigue cumpliendo años el mismo día. Sigue teniendo el mismo pasado que un día te confió, y sigue rodeándose de la misma gente que un día te presentó.
Solo que a años luz de volver a estar.
Y vos también seguís siendo el mismo. Seguís siendo aquel que se abrió y confió todo, seguís siendo el que odia los lunes, y ama almorzar con su familia los domingos. Pero ya no estás.
Los caminos se cruzaron una vez, y hoy hasta un ''hola'' se siente extraño. Hoy vos y esa persona se sienten desconocidos con mil recuerdos en común.
Y quizás llegue el día en el que esos recuerdos se empiecen a desvanecer. Quizás se vuelvan una imagen borrosa y distorsionada con el tiempo.
Quizás cambies. Te cortes el pelo, te mudes, decidas que el estilo de música que te gustaba ya no es para vos, y que el rosa ya no es tu color preferido. Quizás lo que el otro conocía de vos ya sea poco y nada, ya sea una versión vieja, que el tiempo cambió e hizo madurar.
Pero mientras sos el mismo no podés dejar de preguntarte: ¿Qué pasó con nosotros que un día nos confiamos los miedos?

Todavía seguimos siendo los mismos, pero ya lejos para siempre de volver a estar.

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