Miedos

Tenía miedo de que estés, de que te vayas, de que te quedes poco, o demasiado, de no saber que ibas a hacer. Tenía miedo de perderte, miedo de tenerte, miedo de estar bien juntos, o mejor separados, miedo de estar lastimandonos, miedo de que nuestra relación no fuera más que algo destinado a destruirse y terminar, tenía miedo de que fueramos una obra esperando ser demolida, miedo de que cada segundo fuese el último, miedo de vivir con la certeza de que, quizás en cuestión de días, o meses, pero teníamos fecha de vencimiento, teníamos final, miedo de no proyectarte en mis planes, miedo de no poder pensarte al lado mío siquiera en fechas cercanas, de no creernos más que algo débil y frágil, algo sin futuro, algo temporal.
Tenía miedo de que no fueras vos, o no fuera yo, o no fueramos nosotros, miedo de estar intentando conservar algo que quería morir, miedo de sentirte mi enemigo, miedo de vivir discutiendo para tener la última palabra, para tener la innecesaria y sobreestimada razón. Tenía miedo de estar postergando lo inevitable, de que estuvieramos insistiendo por costumbre porque ya no nos planteabamos por qué lo hacíamos, ni si había algo por lo cuál luchar. Tenía miedo de no querer estar ahí, o de irme, de irme y de arrepentirme. Tenía miedo de estar perdiendome de algo mejor, miedo de todas las inseguridades que tenían lugar en mi mente, miedo de estar fingiendo ante el mundo y ante el espejo felicidad, miedo de sentirme inconstante con mis sentimientos, miedo de que así se sintiera estar enamorado, de que eso fuera todo lo que tenía que ofrecerme lo que tanto moría por encontrar.
Tenía tantos miedos, que mi mayor miedo terminó siendo que nunca hubiera sido amor. No sé bien que fuimos, no sé que es el amor, pero ahí, ahí no puede estar. Sé bien ahora que ahí no estuvo, que ahí no puede estar. Sé bien ahora que el amor no puede ser uno contra uno, que el amor tiene que ser dos, dos contra el mundo. Sé bien ahora que el amor tiene que ser calma, que el amor no puede ser una constante y agotadora tempestad llena de miedos, que son uno sólo: El miedo de otra vez tener que admitir que no era tu lugar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero